domingo, 1 de febrero de 2015

Montane Grand Tour 55: con la casa a cuestas

Tras haber disfrutado en diversas ocasiones de la Transpirenaica en bicicleta de montaña, un pensamiento nos rondaba la mente desde hacía tiempo: ¿cómo sería ir de mar a mar con la casa a cuestas pero sin ruedas?

¡¡¡Hoy me siento Flex!!! ¡¡¡He dormido bien!!!

Después de varias experiencias muy satisfactorias de trekking de varios días –el Tour del Montblanc en los Alpes, la travesía de Landmannalaugar a Skógafoss en Islandia, etc.–, soñábamos con embarcarnos en una aventura a pie más larga, de varias semanas, sin ver pueblos durante días, ni carreteras, cargando con nuestro equipo y comida, siendo autónomos, cogiendo agua de los ríos, durmiendo bajo las estrellas, viviendo en pleno contacto pleno con la naturaleza...

Enseguida comprendimos que nuestro primer viaje de estas características tenía que ser en nuestro queridísimo Pirineo y, por qué no, la travesía completa, de mar a mar. Eso sí, sin prisas.

Cada día montamos el campamento en un paraíso diferente.

Una vez decidido, nos pusimos manos a la obra: cartografía, equipación, calzado, materiales, comida, etc. Llevarlo todo sobre nuestros hombros durante tantos días era una experiencia completamente nueva para nosotros. Debíamos sopesar cada detalle, y nos parecía clave acertar a la primera en la elección de los materiales.

Ligereza, resistencia y calidad
La mayor parte de la equipación ya la teníamos, pero había un elemento básico que necesitábamos específicamente para esta travesía: una mochila de montaña grande, pero a la vez ligera, cómoda y resistente. Casi nada… Sin embargo, el destino quiso que diésemos con una fantástica compañera de viaje, la Grand Tour 55 de Montane, que encajaba a la perfección con lo que andábamos buscando. Es una mochila grande, pero manejable, ligera, cómoda, resistente, con diferentes compartimentos y bolsillos, impermeable, práctica, y con un diseño que permite llevar por fuera la esterilla, la tienda, los bastones, las cantimploras y el piolet. En definitiva, una mochila específica para largas travesías de trekking.

Entre La Cerdanya y Andorra, por el GR-11.

Con la casa a cuestas
La Grand Tour 55 de Montane nos pareció perfecta: con una capacidad de 55 litros –ni muy grande ni muy pequeña–, es una mochila muy ligera –sólo pesa 1.160 gramos–, muy práctica –no le falta detalle–, con unos acabados impecables –todos los tejidos, costuras, hebillas, tancas, cremalleras, cinchas de compresión y cierres son de última generación, y se pueden manipular con guantes–, resistente –tras 38 días de trekking y vivacs seguía perfecta, sin un solo rasguño–, cómoda y, además, bonita.

Piolet, esterilla, tienda y cantimploras,
perfectamente acopladas.

Desde el principio, su interior nos pareció muy amplio –efecto bolso de Mary Poppins–, como si en realidad tuviese una capacidad superior a los 55 litros que indica el fabricante, pues hemos tenido otras mochilas de capacidad similar en las que no nos cabían tan bien las cosas. Además, sus múltiples compartimentos y bolsillos –grandes y pequeños, exteriores e interiores– permiten organizar todo y acceder más fácilmente a aquello que buscas en cada momento. Nos parecieron súper prácticos dos grandes bolsillos exteriores muy ventilados y elásticos, pensados para guardar prendas húmedas e ideales también para todo aquello que necesitemos más a mano (funda de lluvia, gorra, cortavientos, guantes, etc.).

Monte Perdido y su glaciar menguante.

La Grand Tour 55 de Montane es además una mochila muy cómoda y ergonómica. Desde el primer día, incluso con mucho peso, se adaptó perfectamente a nosotros. Regulando y ajustando las múltiples cinchas y el cinturón, se consigue que quede muy bien acoplada en espalda y caderas, de manera que no ejerce presión en los hombros. Además, existe una versión de la Grand Tour 55 específica para mujer –la que lleva Amelia–, algo más corta y ancha que el modelo de hombre. Por otra parte, la espalda cuenta con un sistema de ventilación y evacuación del sudor que nos pareció muy efectivo.

Por Certascán, camino del Val d'Aran.

Saliendo de Andorra, contrabando de galletas y Toblerones ;-)

Respecto a si es resistente al agua o no, lo cierto es que aunque nos llovió bastante durante el viaje, no lo comprobamos. Por experiencias previas, pensamos que es preferible cubrir la mochila con una funda impermeable extra, y así estar completamente seguros de que nuestro saco de dormir permanece seco. Quizá algún día, más cerca de casa, hagamos la prueba.

Rumbo a la nube.

Con mochila ¡¡¡también a la playa!!!
Foto de llegada en Hendaya ;-)

Contacto del distribuidor de Montane en España: Esportiva Aksa.